Con una sonrisa fría, Nataniel levantó el puño y le dio un golpe desenfadado, que fue rápido y potente y que aterrizó con fuerza en la cara del barbudo.
La sangre brotó de su rostro, mientras volaba hacia atrás y caía en el suelo, desmayándose casi al instante. Cuando los demás guardaespaldas presenciaron esta escena, se quedaron estupefactos.
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