Mucha gente estuvo de acuerdo con la decisión de Eustaquio, sintiendo que el fallo era justo y equitativo. Estaba claro que la victoria era de César, pero Hortensio seguía negándose a admitir la derrota. Señalando con el dedo al director del boxeo clandestino, gritó:
—¿Te atreves a ser parcial con ellos? ¿Crees que no volveré y destruiré todo tu local?
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