Los ojos de Amaya se inundaron de lágrimas ante sus palabras. Se dio cuenta de que no podía persuadir a Penélope de irse. Se limpió las lágrimas, recobró la compostura y gritó:
—Todos los que pertenecen a Grupo Cruz, escuchen. Ayudemos a los niños que se desmayaron por inhalar demasiado humo y a la Señora Mante a subir a la escalera aérea. Nos quedaremos junto a la Señora Cruz.
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