En ese mismo instante, los Cuatro Pilares de Guerra habían sido derrotados por Nataniel. Los guerreros dioses que quedaban estaban entumecidos. Uno tras otro, gritaron de forma extraña y corrieron hacia Nataniel como polillas a la llama.
Nataniel estaba en plena forma. Blandiendo sus ocho alas, se abalanzó sobre el enemigo y desató una matanza enloquecida. Dondequiera que iba, la devastación le seguía...
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