¡Bum!
Los dos puños chocaron, y un repentino rayo estalló en el suelo. Nataniel permaneció inmóvil como una montaña, sin que se moviera ni un hilo de su ropa. En cambio, el brazo derecho de Tobías se hizo añicos cuando este le propinó un puñetazo. El primero salió despedido hacia atrás como una hoja que cae en otoño.
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