Capítulo 1289 Pedir disculpas a mi profesor y a su esposa
Gajero se arrodilló en el suelo, temblando de miedo, «¿el legendario Dios de la Guerra que aparecía en las noticias de la televisión está en mi hospital?».
Y lo que era peor, en horas de trabajo, el General quería reunirse con él. Sin embargo, estaba dormido. Aparte de eso, su subordinado había dificultado a propósito las cosas para el General y bien podría estar muerto. Nataniel miró a Gajero en el suelo:
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