Cuando Fabricio y los otros escucharon a Cayo, sus sonrisas se congelaron mientras caían en una vergüenza extrema. ¡Habían asumido mal que Cayo estuviera ahí para recibirlos a ellos! Mientras Fabricio se sentía incómodo, lo asaltó la sorpresa.
—Mencionaste que iban a recibir al Joven general. ¿Cuál? ¿el General del Norte?
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