Cuando Fabricio llevó a su hijo a casa, Marcelino y Jordán ya lo estaban esperando. Estaban impresionados porque Nataniel había estado cenando con el Alcalde de la ciudad y otros líderes y porque le habían permitido hacer lo que quisiera.
—¡Parece que Nataniel es tan engreído porque el Alcalde lo respalda! —musitó Marcelino.
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