Cuando Celestino, Álvaro y todos los demás personajes poderosos en la sala se enteraron de que el General del Norte asistiría a la boda, su sorpresa pronto se convirtió en expectativa. Todos se entusiasmaron de ver por sí mismos quién era el General del Norte. ¡Verlo solo un instante ya se consideraría un gran honor! Y si conseguían beber o comer con él, ¡bueno, eso sería la oportunidad de presumir y jactarse por toda la eternidad!
Celestino pidió una aclaración, emocionado:
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