«¡Alguien a quien debo admirar!». Gonzalo se quedó sorprendido al escuchar eso, pero enseguida esbozó una fría sonrisa.
—Ja, ja. ¡Ahora se te da mejor presumir! Soy el hijo predilecto de la familia Cruz, ¡y voy a heredar billones de bienes! ¿Y tú? Solo eres un perdedor que ha salido del ejército, así que ¿por qué debería admirarte?
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