A eso de las cuatro y media de la tarde, Nataniel y Penélope ayudaron a aplicar por segunda vez una pomada en los hematomas de Bartolomé, el cual no pudo evitar preguntar:
—Nataniel, por la tarde dijiste con seguridad que el Señor Acevedo devolvería el dinero y se disculparía conmigo. Pero ya es hora de salir del trabajo. ¿Por qué no hemos visto a nadie todavía?
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