Al mismo tiempo, la familia de Daniel descansaba en el salón de una de las bases de la marina. Estaban esperando para participar en el acto del mediodía y conocer al General del Norte. Daniel fumaba un cigarrillo con las manos apenas temblorosas. Felipe, en cambio, estaba tan emocionado que se paseaba por la casa. Dijo triunfal:
—Es un gran honor para nuestra familia poder subir a bordo del buque de guerra. Cuando el General Sorní aproveche esta oportunidad para presentarle a Hilda, ¡me convertiré en el cuñado del General en un futuro cercano! ¡Ja, ja, ja!
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