Tristán se estremeció y se aturdió cuando llegó Nataniel. Pudo reconocer al hombre de inmediato porque ya lo había conocido antes. Fue cuando fueron a Nortania a una reunión.
La presunción de su rostro desapareció al instante y se transformó en una de admiración hacia Nataniel. Tristán estaba conmocionado cuando se dio cuenta de quién era la persona que lo oponía. De hecho, el General Aragón y él eran del mismo nivel y no eran ni siquiera comparables con Nataniel. Por ende, castigar a Tristán sería como un juego de niños para él.
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