Camilo bajó la cabeza y respondió:
—Por favor, no lo diga de esa manera. Escuché rumores de que el señor Talavera había decidido perdonar la vida de Nataniel, pero Sonia insistió en matarlo. En realidad, el señor Talavera había ordenado al General Aragón que ejecutara a mi hija como castigo. El propósito de mi visita de hoy es simplemente averiguar si esos rumores son ciertos.
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