El golpe de Ario fue tan rápido como un relámpago, la velocidad era impresionante, en el momento en que golpeó a Nataniel, los ojos de Ario brillaron de alegría, la espada había atravesado su arteria yugular, ahora nadie, ni siquiera los dioses, podrían salvarlo, ni en sus sueños más salvajes Ario esperaba tener éxito con su primer golpe.
Todo sucedió tan deprisa que se quedó aturdido.
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