Todos miraron a José Miranda con sorpresa e incredulidad y el rostro de José Miranda se ensombreció mientras gruñía:
—Ahora, muchacho, puedes comer mierda, pero no te atrevas a hablar mierda. Saqué mi mejor vino para esta reunión, ¿y lo llamas falso? Si no puedes demostrarlo hoy, me aseguraré de meterte la botella por la garganta. —Nunca era buena idea enfadar al señor Miranda.
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