En el hospital, Alfredo dio dos vueltas al patio con la ayuda de Pablo y Míriam. Luego se tomó un descanso en un banco. Alfredo pensó que estaba a punto de encontrarse con la muerte cuando le dio el ataque de la bebida pero estaba encantado de haber sobrevivido a ese episodio.
De repente, aparecieron dos figuras conocidas que se acercaban corriendo, eran su hijo Samuel y su nieto Mario. Alfredo los saludó con una sonrisa:
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