Al oler el hedor, Zotz no pudo evitar voltear a ver a Gianluca, que estaba arrodillado en el suelo, con el asco escrito en la cara.
Quizá no tomaba en serio a un perdedor como Gianluca, o quizá despreciaba a este último por su suciedad. No se molestó en matar a Gianluca para no mancharse las manos.
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