Cuando Nataniel terminó de hablar, marchó hacia el enemigo a grandes pasos. Kogoro, Yukio y Shohei les temían a las capacidades del hombre, así que ellos no se atrevieron a atacar de forma precipitada.
Sin darse cuenta, retrocedieron y mandrón a sus subordinados primero, esperando aprovechar su superioridad numérica para cansarlo. Con pesar, ellos no tenían ni idea del poder del hombre que estaban enfrentando esa noche. Por desgracia, dos mil personas fueron insuficientes para abrumarlo y agotarlo.
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