Pietra levantó la cabeza y fulminó con la mirada a Victoriano, asustando al hombre hasta convertirlo en gelatina. Él se apresuró a decir:
—Perdone mi gran boca, Señorita Pietra. Por favor, no se enfade. La temprana partida de César Díaz estaba fuera de nuestras expectativas. Es imperativo que capturemos a Amaya esta noche. No podremos soportar la ira de Lord Adonis si fracasamos.
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