Los ojos de Jesica y de sus subordinados se abrieron como platos, y sus mandíbulas quedaron abiertas al ver las noticias que aparecían en la pantalla. La incredulidad se reflejaba en sus rostros.
«¿Las fuerzas navales de Eurasia se habían unido a las de Remdikia e incluso habían obligado a retirarse al grupo de combate del portaaviones bajo el mando del almirante Maciel? ¡Oh, Dios mío, esta noticia es simplemente demasiado repentina!».
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