«Soy muy joven para tolerar estos sustos»; pensó Teo.
Tobías no permaneció en la sala de estar luego de cortar la llamada; dejó el teléfono, se puso de pie y volvió a la habitación. Sonia aún dormía profundamente; lucía hermosa y relajada. Se paró al lado de la cama y la miró por un tiempo. Luego, se inclinó y le acarició la mejilla que aún estaba un poco sonrojada; se acostó, la abrazó y se quedó dormido.
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