Capítulo 14 El accidente automovilístico de seis años atrás
En la oficina, Tobías golpeaba su dedo índice de forma rítmica sobre el escritorio. Parecía que esperaba algo.
Después de más o menos otros cinco minutos, Teo volvió.
—Señor, aunque hubo algunos obstáculos, al final la encontré.
Tobías levantó la mirada tras escuchar las palabras de Teo.
—¿Qué obstáculos?
—La cámara de la calle Ladrillo Ambarino hacía mucho que la habían borrado, y no fue fácil encontrar la grabación de la cámara de seguridad de hace seis años. Sin embargo, un técnico reparador de computadoras vino y me dijo que la tenía. Dijo que el accidente de hacía seis años fue muy grave, así que guardó el archivo y me lo dio cuando se enteró de que buscaba la grabación.
Después de que Teo terminó de hablar, miró a Tobías con atención.
—Un auto azul de verdad chochó al auto de la señorita García en el video. ¿Quiere verlo?
Sonia conducía un Audi azul en aquel entonces.
—No. —Tobías era indiferente, y continuó ordenándole a Teo—: Dámela, y dile a esa persona que no vaya a decir tonterías.
—Entendido.
Teo había estado con Tobías desde hacía muchos años, así que naturalmente sabía a qué se refería cuando decía algo. Era evidente que Tobías no tenía intenciones de hacer público el asunto, ni tampoco quería que su exesposa fuera a prisión.
Tobías miró la lapicera en la mano, absorto en sus pensamientos. Después de un momento, eligió un abrigo, y regresó a la mansión Furtado.
En cuanto llegó al pasillo, escuchó clamores y risas que provenían del interior. Jorgelina y Tania hablaban de algo gracioso, y el ambiente era muy armonioso. Incluso Tomás, quien por lo general era desobediente y travieso, estaba sentado en silencio mientras jugaba con su teléfono.
Jorgelina lo vio en la puerta, y enseguida se puso de pie.
—Tobías, estás de regreso.
Tania también se levantó, con gentileza y dignidad.
Tobías asintió y le entregó el abrigo a la sirvienta.
—¿De qué se reían tanto?
Tania miró a Jorgelina, frunció los labios, y sonrió.
—La señora Jorgelina me contaba historias tuyas de pequeño. Sonaban muy interesantes así que no pude evitar reírme.
Jorgelina fingió estar enojada.
—Tania, ¿qué «señora Jorgelina»? Eres mi futura nuera, así que deberías llamarme «madre» de ahora en adelante.
Tania se ruborizó y miró a Tobías con timidez.
—Es demasiado pronto para eso.
—Somos una familia, así que no seas tímida. ¿Tengo razón, Tobías? —Jorgelina bromeó con los dos de forma deliberada.
Incluso Tomás, quien estaba al costado, interrumpió al mismo momento.
—Parece que ya no puedo llamarla Tania. Tengo que llamarla cuñada.
Tras escucharlo, Tania se ruborizó aún más.
Tobías suspiró.
—Madre, deja de molestar a Tania. Es muy sensible.
Jorgelina se rio.
—Oh, mírate, ya eres protector con tu futura esposa antes de que oficialmente pase a formar parte de la familia. Está bien. No voy a bromear más con ustedes. Me iré y conversaré con las otras mujeres mayores.
Tomás también sonrió con complicidad con un guiño ambiguo.
—Bueno, no me voy a quedar para ser el tercero en discordia.
Después de que se fueron, solo quedaron ellos dos.
Tania dio un paso adelante y le sostuvo la mano a Tobías. Vaciló antes de hablar.
—Tobías, mi padre me ha estado preguntando por el accidente automovilístico recientemente. ¿Le dijiste algo?
Tobías sacudió la cabeza.
—No, no lo hice.
—Mi padre parece saber que tuvo algo que ver con Sonia, pero no le he dicho nada. Eso es extraño. —Después de una pausa, suspiró—. No he perdonado a la señorita Reyes, y no quiero seguir pensando en este asunto.
—¿La odias?
—No. Ella también es una persona lamentable. Debe haberte amado mucho como para hacer algo tan descabellado.
Tania era muy considerada, lo que era muy reconfortante para Tobías. Le acarició el cabello, su mirada era gentil mientras le echaba un vistazo.
—Tania, siempre eres tan buena, tal como eras en la universidad. Todavía me acuerdo de que mencionaste en tu carta que salvaste a un pequeño ratón cuando eras joven y lo pusiste en tu cama. Y cuando tu padre te vio, casi se desmayó. —Al hablar de ello, sonrió levemente—.
La sonrisa de Tania desapareció, pero enseguida retomó su expresión.
—Ay, ¿qué haces hablando del pasado? Esas son historias vergonzosas. Por cierto, escuché de Tomás que la gran señora Furtado no ha gozado de buena salud últimamente. ¿Puedo visitarla?
Al pensar en la indiferencia de su abuela para con él, Tobías lo pensó por un momento.
—Te llevaré mañana.
—Por supuesto.
Después de que subió las escaleras, Tania sacó el teléfono y marcó un número.
—¿Cómo va todo?
—Señorita, todo quedó arreglado. ¿Qué debo hacer ahora?
—El día antes del banquete, quiero ver esto en temas en tendencia.
—Entendido.