Su curiosidad y deseo de verla había prevalecido y desaparecido por tiempos, razón por lo cual lo atrasó durante seis años hasta que la conoció. Se seguía diciendo a si mismo que no estaba interesado románticamente en ella: solo era alguien en quien pensaba de vez en cuando; alguien que a veces quería ver; alguien que le provocaba curiosidad de tanto en tanto. Esa era la razón por la que no pensaba que era importante que se conocían o no y por la cual había perdido la oportunidad de actuar cuando podía. En verdad se arrepentía de no haberlo hecho. ¿El resultado habría sido diferente si se hubiera tomado el tiempo para verla? Al pensar eso, Sergio se sintió tan abatido que de pronto gritó de manera extraña antes de cubrir el rostro y agachar el cuerpo en la silla.
No solo sorprendió a Sonia con su extraño comportamiento, sino también a otras personas en el café que se dieron vuelta para mirarlos. Como ella estaba incómoda con esa atención, sonrió a modo de disculpa y se forzó a toser por la vergüenza.
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