Sonia se sobresaltó al mirarlo; al darse cuenta de que el hombre no pretendía molestarla, no se enfadó con él. Entonces, volvió a colocar el edredón sobre él, pero, para su disgusto, al momento siguiente el hombre volvió a levantarlo. Sin duda alguna sabía que lo estaba haciendo a propósito. Furiosa, puso las manos en las caderas y lo miró.
—¿Qué haces, Tobías? ¿Por qué sigues destapándote? ¿Intentas molestarme?
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