—Te entiendo —respondió Tobías.
—Aunque fueran sinceros al ofrecer sus disculpas, no los habría perdonado por eso. Si hubieran sido educados, habría cambiado de opinión sobre ellos; si demostraran que estaban arrepentidos de lo que habían hecho y no me echaran la culpa de sus errores en el futuro, no me molestarían. Sin embargo, ni siquiera fueron capaces de mostrar un poco de respeto y aun así esperaban que los perdonara y hablara bien de ellos. ¡Era ridículo! —Sonia se frotó la sien mientras hablaba.
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