El mundo empresarial tenía un lado tolerante, pero también era cruel. Si una persona no se enfocaba en los negocios y no contaba con nadie que la protegiera, la criticarían tarde o temprano. Como el tono de Carlos era solemne, Sonia se mordió el labio y lo miró; después de un rato, preguntó con inseguridad:
—¿De verdad piensas que debería confiar en él?
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