Mientras observaba su diminuta figura desde atrás, Sonia sonrió aún más y, al poco tiempo, él regresó del baño. Incluso le mostró las manos para que ella corroborara que sí las había lavado. Solo después de recibir una felicitación de Sonia por su buena limpieza, David bajó las manos con alegría.
Ambos salieron de Compañía Paradigma y ella condujo hasta su casa en la residencia Bahía del Mar acompañada del niño. Mientras preparaba la cena, se dio cuenta de que se había quedado sin sal en la cocina y quiso comprar un poco en la tienda del barrio.
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