El sonido de los pasos de Tobías resonó como si estuviera pisoteando el corazón de Tania, asustándola y haciéndola entrar en pánico. Al mismo tiempo, dio unos pasos hacia atrás con los labios temblorosos y en silencio. Al ver su reacción, Tobías no pudo evitar sentirse molesto.
—¿Qué sucede? ¿Te ha comido la lengua el gato? Déjame responder por ti. Nunca viviste en Ciudad Oceánica; nunca tuviste a un perro de mascota; y nunca tuviste una madrastra y hermana. Así de que dime, ¿seguirás insistiendo en que eres Mara?
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