Capítulo 15 El gesto amable de Tania
A más o menos la una de la tarde, Jorgelina regresó con una expresión seria.
Tomás jugaba un videojuego, y al ver a su madre, le preguntó de forma casual:
—Madre, ¿quién te hizo enojar esta vez?
Jorgelina tiró su bolso sobre el sofá y se sentó enojada.
—¡Es todo culpa de esa maldita Sonia!
—¿Quién? —Tomás enseguida dejó la consola de videojuegos, y se acercó—. Madre, ¿fuiste a verla?
—¿Por qué me iba a encontrar con ella de forma deliberada? Me topé con ella en la plaza de marcas lujosas hace un momento. Ella y sus dos amantes se complotaron y me acosaron. No sé lo que hicieron, pero cuando fui a comprar con mis amigas hoy día, el guardia de seguridad no me dejó entrar y dijo que me había puesto en la lista negra. —Jorgelina casi se rompió los dientes por el enojo, y continuó con furia—: Había entre cinco y seis mujeres en total, y dejaron entrar a todas excepto a mí. ¡Qué inaudito! No viste la forma en la que me miraban, como si fuera una persona inferior. ¡Aargh! Odio tanto a esa zorra de Sonia.
Tal vez porque el tono de su voz era demasiado fuerte, Tobías y Sonia bajaron juntos.
—¿Qué sucede?
Tobías se abrochó los botones de las muñecas, lucía muy elegante con su camisa gris azulado.
Tania también estaba bien vestida. Tenía puesta una falda blanca, lo que la hacía parecer muy delicada.
Jorgelina enseguida le contó lo que había sucedido.
Tobías frunció un poco el ceño.
—Ya me divorcié de ella, así que no deberías provocarla sin motivos.
Sonia no era tan simple como la gente creía. Conocía muy bien el carácter de su madre, y solo se lo recordó para que se mantuviera alejada de problemas en el futuro.
Tras escucharlo, Jorgelina se molestó aún más y frunció los labios.
—Ella fue quien me provocó primero, ¿sí? —Hizo una pausa. Al ver que los dos estaban por salir, enseguida miró a Tania, y le preguntó con una sonrisa—: Tania, ¿adónde vas?
Tania sonrió levemente.
—Escuché que la gran señora Furtado está enferma, así que quería ir a visitarla.
Jorgelina puso los ojos en blanco.
—¿Y qué más da si está enferma? ¿Por qué la visitas? Quiero decir…
—Madre. —Tobías la interrumpió con una mirada atenta; era evidente que estaba molesto—. Es mi abuela.
Jorgelina sabía que a su hijo no le gustaba que ella hablara mal de Rosa, así que no se atrevió a continuar hablando y en cambio se rio con desdén.
—Entonces deberían regresar pronto. Voy a hacer que la sirviente prepare la sopa favorita de Tania para revitalizar el cuerpo.
Tania le agradeció y se fue con Tobías.
Después de todo, Sonia era la única persona que había cuidado de Rosa, y había desarrollado una buena relación a lo largo de los años. Aunque Tania fuera la dueña del corazón de su nieto, no podía equiparar la posición de Sonia en su corazón.
Era evidente que Tobías notó el distanciamiento de la anciana con Tania cuando llegó. Sabía el motivo, pero, aun así, llevó a Tania. No era nada más que para dejar que Tania se acercara a la anciana. Después de todo, ella era su futura esposa.
—Abuela, aquí hay suplementos nutritivos que preparé especialmente para usted. Por favor, acéptelos. —Tania se comportaba como una mujer sabia, como si cada movimiento estuviera ensayado a la perfección.
La anciana estaba recostada de costado sobre el diván; su expresión era indescifrable.
—Es muy pronto para llamarme abuela, y solo me llamarás así después de que te hayas casado. Además, soy vieja y débil, así que no me atrevo a beber nada que me regalen los demás. Deberías llevártelo.
Tania sintió un poco de vergüenza, y se mordió el labio mientras miraba al hombre a su lado, como pidiendo ayuda.
Al verla, Tobías la ayudó.
—Abuela, es un gesto amable de Tania.
Después de todo, Rosa era alguien que había pasado por mucho en su vida. Le echó un vistazo a Tania, y enseguida supo lo que pensaba.
—Bueno, sin dudas es considerada, al punto de forzar a mi nieta política para que se fuera.