Al ver lo enojada que estaba Tania, Sonia sonrió de felicidad.
—¿Está molesta, señorita García? Justo ahora, me trató igual, pero no me enojé. Usted ahora se molestó porque la traté de la misma manera. Qué cruel, señorita García. No creo que pueda ser la esposa del presidente de Grupo Furtado.
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