Capítulo 6 Obtener el divorcio en la Oficina de Asuntos Civiles

—Creo que su nombre era Ciro y junto a él estaba ese hombre desagradable, Carlos. —¿Qué? ¿Cómo se atreve a engañar a mi hijo? —El rostro de Jorgelina se volvió sombrío y maldijo con brusquedad—. ¡Qué desvergonzada! ¿Dónde está ahora? Déjame regañarla. —Dijo que se divorció de Tobías. —Al ver el sombrío y aterrador rostro de su hermano mayor, Tomás volvió a preguntar—: ¿Lo que dijo es cierto? Tobías frunció los labios y guardó silencio con una expresión seria; era obvio que asentía de forma tácita. Al parecer, Jorgelina se dio cuenta de algo al verlo, al principio, se sorprendió y luego sonrió. —Es bueno que te hayas divorciado de ella. Supongo que al fin hizo algo bueno. En mi corazón, solo veo a Tania como mi nuera y Sonia no es nadie para mí. De alguna manera, los insultos de Jorgelina hacia Sonia sonaron particularmente crueles a los oídos de Tobías. —Detente —dicho eso, tomó su abrigo y salió de la casa. Tomás miró la espalda de su hermano mayor aturdido. —Madre, ¿en verdad Sonia no va a regresar? —No se atreverá. Incluso si quiere el divorcio, no obtendrá ni un centavo de mi hijo —resopló con desdén. Tomás no dijo nada, en cambio, se limitó a bajar la cabeza y continuó sumido en sus pensamientos. De repente, se dio cuenta de que un par de ojos lo miraban fijo y, de manera inconsciente, levantó la mirada. Vio a Tania parada en silencio frente a la baranda; no estaba seguro de cuánto tiempo había estado allí. Ella sonrió con dulzura al encontrarse con su sorpresiva mirada; su voz era muy gentil. —Hola, Tomás. Él había escuchado de parte de su madre que Tania era la única hija de un magnate de los negocios, que era muy útil para la carrera de su hermano, mientras que Sonia solo era una huérfana y solo sabía gastar el dinero de su hermano; la diferencia estaba clara para todos. Tomás le sonrió de manera amistosa. —Hola, Tania. Al día siguiente, Sonia se despertó temprano en la mañana para vestirse especialmente para ese día. Sacó un vestido negro ajustado de su armario y se lo puso, recordaba que una vez lo había usado con Tobías; sin embargo, él dijo que era feo, por lo que no lo había vuelto a usar desde entonces. En ese momento, no solo se lo puso, sino que también se maquilló de manera delicada y se puso un labial rojo; su confianza estaba por las nubes. Tobías llegó al mismo tiempo que ella a la Oficina de Asuntos Civiles. Sonia esbozó una sonrisa, pero no se vio reflejada en sus ojos. —Señor Furtado, estoy muy ocupada, así que hagámoslo rápido, ¿de acuerdo? Tobías la miró a la cara con una sonrisa y una mirada profunda. —Qué impaciente. ¿Esto es por el modelo? Sonia se quedó atónita por un momento y luego se percató de que había malinterpretado la situación. En tales circunstancias, no le explicó y, en cambio, levantó las cejas con una sonrisa y dijo: —Eso es asunto mío, no creo que tengas derecho a preguntar. A Tobías no le gustaba su actitud ya que era como si él fuera una persona insignificante para ella. —¿Lo amas? Sonia estaba un poco impaciente al ver que él aún insistía en el asunto. —Sí, ¿satisfecho? ¿Ahora podemos divorciarnos? Tobías tenía los labios apretados en línea recta y una capa de frialdad envolvía su atractivo rostro. Dado que se encontraba tan ansiosa, supuso que debía cumplir sus deseos. La Oficina de Asuntos Civiles solo tardó unos minutos en cumplir con las formalidades. Mientras Sonia miraba el certificado de divorcio que tenía en la mano, de pronto, sus ojos se inundaron de lágrimas. Desde ese momento, ninguno de los dos tendría relación y ella ya no tendría que arriesgar nada por él. Respiró profundo, se tragó todo el dolor y levantó la cabeza con una sonrisa. En ese momento, un Maybach negro brillante se detuvo junto a ella; un par de piernas largas salieron del auto, seguidas por Ciro que apareció con una chaqueta. Luego de que el atractivo hombre la viera, esbozó una encantadora sonrisa. —Vine a recogerte. Sonia se quedó desconcertada por un instante. —¿No dijo Carlos que vendría él? —Fue a Celestial a reservar un lugar para celebrar contigo en la noche, así que me pidió que te recogiera. —Acto seguido, tomó la iniciativa de sostener su bolso—. Sonia, sube al auto, te llevaré a un lugar agradable.