En ese momento, Tania sintió que el tiempo se congelaba. El mundo entero enmudeció, y el silencio hizo que sus entrañas se estremecieran. Sintió como si tuviera algo atascado en la garganta, y el inmenso odio que sintió le dificultó respirar.
«¡Sonia! ¡Sonia otra vez! ¿Viviré bajo la sombra de Sonia por el resto de mi vida? ¡La amiga por correspondencia de Tobías es Sonia! ¡Ahora la salvadora de Timoteo también es Sonia! Además, terminé haciéndome pasar por ella dos veces. ¿Qué posibilidades hay de que eso ocurra? ¿Cómo puede ser? ¡¿Acaso Dios piensa que mi vida es una broma?!».
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