—Además, no es nada vergonzoso —dijo Tobías mientras le daba unas palmaditas en el hombro con suavidad.
Para él, complacer a su pareja no era algo vergonzoso que pudiera herirle el orgullo. Si llegaba a considerarse una vergüenza, significaba que no estaba completamente enamorado o que ya no la amaba. Era una dicha para cualquiera hacer que su pareja sonriera de felicidad; por lo tanto, Tobías deseaba que Sonia no pensara demasiado en él comportándose de esa forma para hacerla feliz. Ella lo miró fijo y, al final, apoyó la cabeza contra su pecho.
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