El tamaño del par de pantuflas era justo el suyo y el material de lana de adentro se sentía sedoso, suave y cómodo cuando entró en contacto con su piel. Con una expresión feliz, Sonia sonrió y no pudo evitar mover sus pies emocionada.
—¡Gracias, Tobías!Después de pasar varias horas en tacones alto, ya no soportaba tener los pies adoloridos y entumecidos. Ahora que se había puesto esas pantuflas, era como si sus pies disfrutaran de la libertad después de estar atrapados, sin mencionar lo cómodo que era ese calzado.
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