Su beso se volvió aún más intenso, y eso fue porque la reacción de la mujer había impulsado su coraje. A Sonia no le dio tiempo ni de jadear, estuvo a punto de asfixiarse; le dio unas ligeras palmaditas en la espalda, indicándole que parara. A pesar de que la emoción lo superaba, aún tenía sentido común, así que, luego de comprender las insinuaciones de la mujer, mientras trataba de contenerse, le dio un último mordisco en los labios y la soltó. Apoyó su frente contra la de ella y la contempló con una mirada profunda.
—Sonia… —dijo con voz ronca y sensual.
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