Timoteo miró a la pareja abrazándose y no dijo nada; se levantó y se dirigió al botiquín de vidrio del lado contrario y abrió uno de sus lados. Luego, sacó una caja de píldoras para la indigestión y se la lanzó a Tobías. Este logró tomarla en el aire con sus grandes palmas; se movió de manera impresionante. A Sonia le brillaron los ojos cuando lo vio; él no pudo evitar esbozar una sonrisa de suficiencia al notar eso. Por otro lado, Timoteo volvió a su asiento y le recordó al hombre:
—Dos píldoras serán suficientes.
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