Al mirar de cerca, la sábana blanca ajustada en realidad eran capas de vendas que cubrían casi toda la superficie herida de la espalda de Tobías. No fue difícil darse cuenta de lo malherido que estaba.
—¡Vamos, Sonia, entremos! —Tomás la instó a moverse mientras colocaba una mano sobre el picaporte.
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