El hombre no había dejado de fumar después de todo y era probable que fumara seguido; sin embargo, se aseguró de que ella nunca lo viera, así pensaba que lo había dejado. En ese momento, ella supo que la había engañado todo ese tiempo. Cuando Tobías vio a la pequeña mujer enfurecida, se rascó la nariz con culpa. Nunca esperó que por fumar un solo cigarrillo se sintiera tan enojada. En ese instante, lamentó un poco haber fumado ese cigarrillo.
—Lo lamento; no volveré a fumar. Lo dejaré así no te enojas, ¿está bien? —Tobías tomó la mano de Sonia y le habló con sinceridad.
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