Sonia apartó la mano antes de sentarse en el sofá.
—Lo haces por la compañía. No me estás engañando, así que no tienes que sentirte mal por nada. No está mal que estés muy ocupado y que quieras pasar tiempo conmigo de vez en cuando; de todas formas, no soy el tipo de mujer que insiste en estar contigo todo el tiempo. Tengo una compañía que dirigir y tampoco tengo tiempo para estar contigo cuando estoy ocupada. ¿Crees que debería sentirme culpable por eso? —le preguntó.
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