Capítulo 10 Provocación
Ciro le asintió a Sergio con amabilidad, y luego, sonrió un poco al mirar a Sonia.
—Carlos me dijo que tomaste clases de baile. ¿Podrías enseñarme?
La mujer estaba de un inesperado buen humor.
—Ningún problema.
Por lo tanto, los dos se dirigieron de la mano a la pista de baile. Cuando Sergio reaccionó, sacudió la cabeza de nuevo y suspiró.
—Este modelo es increíble, ¿eh?
Después de todo, Ciro era modelo, así que podía aprender a bailar con facilidad. Hacía rato que le había pedido al disyóquey que cambiara el color de la iluminación, y los dos bailaron en sincronía en el escenario iluminado por las estrellas. Mientras tanto, Carlos silbaba y bebía.
Hacía años que Sonia no bailaba y cayó de golpe en el último movimiento por la inestabilidad del tacón. Ciro colocó rápido sus grandes manos en la espalda para sostenerla y, a continuación, tomó su cuerpo entre sus brazos. Ella se apretó a él y fue entonces cuando pudo oír los latidos rápidos de su corazón.
Esa fue la escena que vio Tobías cuando entró: la mujer, que, por lo general, era dulce y digna, estaba tendida en los brazos de otro hombre, como una encantadora y sensual mujer descarada. El rostro de Tobías se paralizó al instante y se volvió sombrío y aterrador.
—Sonia, está aquí —susurró Ciro.
La mujer ya lo había visto en el gran espejo que tenía frente a ella. Sin embargo, sonrió como si no lo hubiera visto y pasó su cabello desordenado por detrás de las orejas.
—Tengo un poco de hambre. Comamos algo primero.
Luego de oírla, Ciro la soltó y juntos abandonaron la pista de baile. Cuando pasaron junto a Tobías, apenas se detuvo y levantó la mirada. Desde el punto de vista de Tobías, era obvio que eso era una provocación.
—¡Detente, Sonia Reyes!
Ella se detuvo dándole la espalda. Se dio la vuelta y las comisuras de sus labios se levantaron en un arco poco profundo.
—¿Por qué ha venido, señor Furtado? Si mal no recuerdo, usted no estaba en la lista de invitados, ¿no es así?
Tobías miró primero a Ciro y entornó los ojos ante la mirada algo hostil del joven. Luego le dijo a Sonia:
—Creo que deberías tener un poco más de cuidado. Tienes muchos escándalos tras nuestro divorcio. Aunque es probable que no te importe, en la familia Furtado todavía tenemos que cuidar nuestra reputación.
A Sonia le hizo gracia lo que dijo.
—Bueno, aun así, no le corresponde darme un sermón. Además, con quién estoy no es de su incumbencia.
—Te equivocas. No soy un entrometido, pero tus chismes notorios han llegado a oídos de mi abuela.
Tobías se quedó en el lugar con una expresión tranquila mientras su mirada desaparecía en la noche.
La sonrisa de Sonia se paralizó.
—¿La gran señora Furtado ha regresado?
—Bueno, eso no es todo: quiere verte. —Tobías frunció los labios con frialdad y lo miró a Ciro que estaba detrás de ella y dijo con un tono sarcástico—: Por supuesto, si estás demasiado ocupada saliendo con alguien, no tienes que ir.
Después de decir eso, se marchó sin mirar atrás. Confundida, y tras considerarlo un momento, decidió ir tras él.
—Sonia.
Cuando vio que Ciro también quería seguirla, se giró para tranquilizarlo:
—No te preocupes. Estaré bien.
El brillo en su mirada se atenuó al verla marcharse a lo lejos, y le prestó atención a la figura de la esquina. Sergio se acercó con una mirada avergonzada y tosió un poco:
—Mmm... Oí la conversación cuando estaba fumando afuera.
El joven lo ignoró con una expresión indiferente y Sergio se tocó la nariz, divertido por lo hostil que fue el muchacho con él.
—Estás enamorado de Sonia, ¿verdad? No te preocupes, no pienso robártela.
Ciro solo le dirigió una mirada distante.
—Está ventoso afuera, señor Collado. Creo que debería regresar pronto.
Se fue luego de hablar. Sergio se sorprendió por un momento, y después, sacudió la cabeza y rio.