—Está bien, solo bromeaba. Vayamos al grano. —Timoteo colocó ambas manos en los bolsillos de su bata blanca y miró a Sonia con seriedad—. Sonia, ¿tienes alguna opinión sobre el lunar rojo de tu muñeca izquierda?
—¿Qué clase de opinión puedo tener sobre un lunar rojo? —preguntó la mujer confundida.
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