Habían transcurrido más de treinta y seis horas desde la noche anterior. Si Tobías no dejaba de trabajar y descansaba, no habría dormido durante un día y medio. ¿Cómo podría su cuerpo soportar el ritmo si permanecía sin descansar? No obstante, Sonia solo podía preocuparse, ya que era imposible impedirle trabajar al hombre para que se fuera a descansar.
Sonia suspiró mientras se frotaba las mejillas. Al notar que el tráfico avanzaba, reprimió sus emociones y comenzó a mover el auto. El viaje se hizo mucho más ameno una vez que la mujer salió del embotellamiento y no tuvo que volver a detenerse, excepto por algún que otro semáforo en rojo; sin embargo, cuando estaba a diez kilómetros de la residencia Bahía del Mar, estacionó el auto y se dirigió a una tienda artesanal junto a la carretera: era una pastelería que vendía pasteles tradicionales.
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