Tobías refunfuñó y colgó el teléfono; pasaron dos horas después de eso y, para entonces, Sonia había aterrizado en Ciudad Norte. Rebeca la llevó en su silla de ruedas y llamó a un taxi para ir a su hotel en donde Daniela les había conseguido una suite de negocios con dos habitaciones; la más pequeña también tenía una cama y en ese momento Rebeca se alojó allí. Sonia no podía ver la habitación, pero como era más pequeña, debía ser estrecha, así que le sonrió con timidez.
—Lamento que te hayas quedado en esa habitación, Rebeca.
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