Sergio se dirigió al último piso del edificio sin inconvenientes hasta que llegó a la oficina de Tobías. Estaba a punto de golpear cuando se abrió la puerta de la oficina de al lado, la del asistente personal del presidente Furtado. Teo salió con una carpeta en la mano y, al ver a Sergio, quedó perplejo.
—¿Señor Collado?
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