Tobías miró de reojo a Sonia mientras observaba desde su frente hasta sus labios. Al final, se inclinó para besarla; sin embargo, no pudo controlarse ante su despreocupación. ¿Quién sabía cuándo se presentaría una oportunidad así si la dejaba escapar esa vez? Así que debía aprovecharla cuando aún pudiera. Sonia no esperaba que el hombre se aprovechara de ella cuando solo había ido a tomar un poco de aire. En cuanto abrió los ojos, estaba por completo desconcertada y tardó un rato en volver en sí.
—Tobías Furtado, tú... —Justo cuando iba a regañarlo, el hombre estiró el brazo para acariciar su cabello revuelto por el viento. Sin embargo, esta no pudo decir nada, ya que su gesto cariñoso y amable la dejó sin habla.
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