Sonia insinuó que Jorgelina continuaría vengándose de ella a pesar de prometerle que la dejaría en paz y estaba en lo correcto: sabía que no lo iba a dejar pasar. Su gran rencor y ego no le permitirían olvidar la humillación que le causó Sonia, quien la conocía bien y, por eso, expuso de manera directa lo que pensaba delante de Rosa. De ese modo, la atrapó desprevenida y la obligó a abandonar su idea de venganza. Luego de la aclaración que hizo la joven, Rosa miró a Jorgelina de manera apática y siniestra.
—Dudo que se atreva a hacerte algo, pero, si alguna vez se mete contigo, dímelo.
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