—Sí, señorita Reyes. —La gerente sonrió y asintió.
Sonia se dirigió entonces a donde había dejado su chaqueta. Después de buscar su teléfono en los bolsillos, se sorprendió al ver la pantalla. Tobías había intentado llamarla hacía unos minutos; sin embargo, no lo escuchó sonar porque estaba en el vestidor. Luego, colocó el atuendo que llevaba encima de su chaqueta y desbloqueó el teléfono para llamarlo. Él contestó enseguida, pero antes de que ella pudiera hablar, dijo con una voz ronca y parecía estar reprimiendo sus emociones:
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