Capítulo 662 Una disculpa misteriosa
En ese mismo momento, Tobías soñaba con su pasado. Subía las escaleras como solía hacer por las mañanas para llamar a su madre para desayunar; por lo general, lo único que tenía que hacer era tocar la puerta de la habitación y ella le abría con una dulce sonrisa, una que siempre le dedicaba. Esa vez, sin embargo, tocó la puerta muchas veces, pero permaneció cerrada; como parecía que no iba a abrirse, intuyó que algo iba mal. Sin perder un instante más, llamó a uno de los sirvientes de la casa para que la abriera con una copia de la llave, pero en cuanto la puerta se abrió, en lugar de una cálida sonrisa, lo recibió fue un fuerte olor a sangre. Cuando entró, se dio cuenta de que el olor a cobre provenía del baño de al lado.
Se puso pálido y se detuvo de repente, pero cuando el miedo se apoderó de él, corrió hacia el baño como un loco. La puerta estaba entreabierta y, cuando se detuvo allí, vio al instante una horrible imagen; su madre estaba tendida al lado de la bañera, con el rostro y el cuerpo salpicados de sangre. Estaba tirada en el suelo, tenía una rasuradora en una mano mientras la otra estaba sumergida en la bañera llena de agua, el cual se había teñido de rojo con su sangre; estaba fría y sin vida. La sangrienta escena le quedó grabada en su mente desde entonces; el aniversario de la muerte de su madre resurgía cada año, le atormentaba su alma y le recordaba su pérdida devastadora. Había ocasiones en las que la escena evolucionaba hasta convertirse en algo totalmente inexistente, como en ese momento, cuando soñaba que su madre muerta se levantaba de repente y se acercaba poco a poco a él; estaba cubierta de sangre mientras le preguntaba con inquietud:
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