Capítulo 900 La preocupación de Tobías
Ana se paralizó por la sorpresa y miró a Claudio, aturdida. Nunca imaginó que el hombre quisiera mantenerla en ese lugar para darle una lección.
—¡S-señor Salavera, no puede hacerme eso! ¡No puede! —Después de un momento, salió de su aturdimiento y comenzó a suplicar con los ojos saltones fijos en él—. Señor Salavera, se lo ruego, por favor, no me deje aquí dentro. En verdad aprendí la lección y nunca volveré a faltar a su palabra, ¡se lo prometo! Así que, por favor, sáqueme de aquí. ¡Por favor, sálveme!
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